La defensa de la tesis doctoral. Una experiencia

Quiero compartir desde mi blog un artículo que describe de una manera perfecta la experiencia al defender la tesis doctoral. Tal detalle coincide con mi experiencia y con mis impresiones durante el tiempo en el que viví la experiencia como doctoranda en la Universidad de Murcia, España. Ánimo a la autora de este artículo para que continúe y culmine con éxito su propia vivencia como doctoranda.

Autor: Eva Jiménez Gómez

">http://www.doctorandaenconstruccion.wordpress.com/2010/04/23/la-defensa-de-la-tesis-doctoral-una-experiencia/



La defensa de una tesis doctoral tiene algo de resto medieval. Como expuso uno de los miembros del tribunal de la defensa a la que asistí hace una semana, los que pertenecen al gremio universitario someten al aspirante a una prueba -en sus palabras, "le hacen sufrir un poco"- para que demuestre que es digno de pertenecer a la Academia.

El rito consiste, básicamente, en que el doctorando presenta las líneas maestras de su investigación, ésta es evaluada por cinco doctores y defendida de nuevo por el futuro doctor, todo ello en una sala abierta al público y a la intervención de otros doctores, incluido el director de tesis del aspirante.

Y que dure mucho porque, como advirtió el presidente del tribunal, para obtener el doctorado en ciencias naturales y económicas basta con publicar tres artículos en revistas internacionales de prestigio. En Comunicación, añadía el académico, la defensa de la tesis constituye un acontecimiento histórico irrepetible.

Es verdad. La defensa es probablemente la única oportunidad que tiene el doctorando de dialogar con cinco personas que se han leído el trabajo de cuatro años, a veces incluso más. Probablemente se trata también, como apuntó el doctor más veterano de la mesa, del único momento de la historia de la disciplina, de la Universidad y de la propia cultura en general, en el que se aborda una cuestión específica con tanta intensidad. Dicho esto, comencemos por el principio.

El doctorando tiene 30 minutos para explicar qué ha estudiado, cómo, por qué, gracias a quién y a qué conclusiones ha llegado. Y ojo, la exposición oral no consiste en una mera repetición resumida del contenido de su trabajo sino, como valoró uno de los examinadores, una síntesis original y, a ser posible, bella.

Tras esa exposición, el presidente del tribunal y moderador del acto invita a los doctores presentes en la sala, y en especial al director de tesis del doctorando, a ofrecer su parecer sobre la investigación. De las seis o siete defensas a las que he asistido, he visto de todo. Directores que hablan, apoyan y asumen los posibles errores del trabajo, y directores que optan por permanecer sentados y en silencio.

Lo que nunca falla es la intervención de los cinco miembros del tribunal -normalmente dos de la Universidad del doctorando y tres de otras universidades-, en orden creciente de antigüedad, es decir, desde el que ha obtenido el título hace poco hasta el que lo consiguió hace tiempo.

Este momento es uno de los más delicados, porque el doctorando ha de escuchar todo lo que se le dice -lo bueno, lo malo y lo mejorable- y, al mismo tiempo, preparar las respuestas. Lo normal es que los miembros del tribunal emitan su opinión sobre las cuestiones más importantes, como la elección del tema, el uso de la metodología, la relevancia de las conclusiones y la pertinencia y actualidad de la bibliografía, aunque no es extraño que cada uno se apasione con el tema en el que es especialista y aborde desde ahí al doctorando. Tampoco faltan quienes sacan punta a las erratas ni quienes se pierden en digresiones que no vienen al caso. Sea como fuere, todos agradecen que la tesis esté bien redactada, esto es, que siga la regla de las tres 'ces': corrección, claridad y concisión.

En esta última tesis, los evaluadores apoyaron al doctorando cuando éste se excusó por haber utilizado un lenguaje excesivamente periodístico y poco académico. "Yo no distingo entre lenguaje periodístico y científico, sino entre tesis bien escritas y mal escritas", sentenció uno de ellos.

Sobre la contraréplica del doctorando, me temo que ésta es una experiencia que hay que vivir en primera persona para poder contarla, pero ya nos imaginamos todos que no tiene que ser fácil hablar delante de 20 personas, 30, 50, las que sean, cinco de las cuales son expertas en el tema en el que uno se ha iniciado.

Tras escuchar las explicaciones del doctorando, el tribunal invita a los presentes a salir de la sala y, tras unos minutos de deliberación, los que lo desean entran de nuevo y escuchan el veredicto. La mayor nota: sobresaliente cum laude por unanimidad. La guinda del pastel: que te propongan a Premio Extraordinario de tu Universidad. Es posible. Sucedió la semana pasada.

En fin, toda una experiencia que espero contaros algún día en primera persona.


Comentarios

eVa ha dicho que…
Muchas gracias por los ánimos, Antonina, y mucho ánimo también a todos aquellos que se hallen en el proceso de investigación doctoral. Si alguno defiende su tesis y quiere compartir su experiencia, ya sabe dónde encontrarme.
Que vaya todo bien,
Eva

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