EL SOCIALISMO DEL SIGLO 21 versús EL CAPITALISMO SALVAJE DEL SIGLO 21


EL SOCIALISMO DEL SIGLO 21 versús EL CAPITALISMO SALVAJE DEL SIGLO 21


Seguro los grandes economistas, eruditos de las corrientes y filosofías económicas han de estar re definiendo en un nuevo paradigma lo que se vive, hoy día, en la economía venezolana. 

Nuestros gobernantes siguen cometiendo los mismos errores, quizás sus intenciones y fines son  contradictorios a lo que tanto defendía el presidente Chávez con su lema del Socialismo del siglo 21. Lo cierto es que han convertido la economía venezolana en la PEOR VERSIÓN DEL CAPITALISMO SALVAJE, que fue la bandera para liderar los cambios que se inició con la famosa revuelta del Caracazo (1989). 

El, martes 18 de noviembre de 2020, se abrió un agujero negro, de grandes dimensiones, en la que se vislumbra una importante devaluación y en consecuencia un incremento en la inflación que seguro hará tocar fondo a más familias y empresas. No tengo palabras para expresar mi decepción y frustración por la indolencia de nuestros gobernantes, ante el padecimiento de la clase trabajadora de un pueblo que está sufriendo y que perdió la esperanza de que cambiará su realidad.

El socialismo pregona la defensa de la clase trabajadora, pero nuestra realidad es otra. Hoy día se protege la clase dolarizada y a la final en este juego macabro están perdiendo todos. Nuestros gobernantes cometieron el grave error de permitir que la divisa DOLAR fuera la moneda de normal circulación y, peor aún que los referenciales cambiarios del mercado paralelo fueran los que marcaran los lineamientos de la economía interna. Hoy, 20 de noviembre el dólar paralelo se ubicó en promedio  820.000 Bs/$, lo que significa que la inflación ha de dispararse a niveles muy por encima de los incrementos salariales otorgados por la Administración Pública, de suerte que los trabajadores quedarán con un poder adquisitivo por debajo del que tenían antes de recibir su nuevo sueldo.

Estoy decepcionada de aceptar que la indolencia de nuestros gobernantes no les permite tener empatía para comprender el gran daño que están causando a millones de familias y empresas. No dejo de perder la Fe en Dios y sigo rogándole despierte los corazones de nuestros gobernantes y políticos para que comprendan que el silencio del pueblo es una bomba de tiempo, que tarde o temprano despertará por desesperación. 







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