Veo con profunda tristeza las calles de mi ciudad cada vez más vacías, imagino es el reflejo de nuestro país. En cada hogar, en cada trabajo, en cada espacio se contabilizan, cada vez, más personas emprendiendo la aventura a lo desconocido porque piensan que ello representa más esperanza que el solo hecho de quedarse a languidecer sin ni siquiera poder resolver la mínima necesidad de proveer de alimentos para su familia y no hablemos de los problemas de salud, vestido y educación de sus hijos, los cuales resultan imposible de afrontar. Emigrar no es una decisión fácil, nadie abandona su país, salvo porque se vea obligado a hacerlo. Como hija de inmigrantes e hija de mi amada patria Venezuela, manifiesto mi profundo y sincero agradecimiento a este noble pueblo, por abrirles los brazos y corazones a mis abuelos, padres y familiares quienes, huyendo de las miserias y de hambre de la segunda guerra mundial, encontraron en este país su segundo hogar. Todos ellos, italianos, españoles...
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