UN MENSAJE DE REFLEXIÓN

UN MENSAJE DE REFLEXIÓN

Es un error asociar la política sólo con instituciones de gobierno y con el Estado.  Todos somos actores políticos; todos los ciudadanos hacemos política en nuestra vida diaria, en los diversos escenarios en los que nos desenvolvemos y en especial, en el contexto democrático, asumimos el rol protagónico cuando ejerciendo nuestro derecho al voto elegimos a quienes por mayoría delegamos la responsabilidad de conducir el destino de nuestro país.

Desde que tengo uso de razón y soy consciente de que formo parte de una sociedad aprendí que, quiera o no, yo también ejerzo un papel político. Lamentablemente, quienes pertenecen a un grupo político se convierten en borregos de quienes pretenden imponer ideas, filosofías o paradigmas; anteponiendo sus intereses particulares a los intereses comunes de la sociedad en la que se circunscriben.

A mis años, viví con consciencia la llamada Cuarta República y la transición a la que hoy se bautizó como la Quita República. Ambas comparten la misma esencia aunque se vistan de paradigmas opuestos. En ambas, vi hacer proselitismo político cargado de un alto contenido populista, vi oportunistas, vi corrupción y  vi cometer los mismo errores en el contexto de las decisiones político económicas. A lo largo de los años fui comprendiendo que el mundo élite de la política, donde abunda el poder y el dinero, es el medio donde los seres humanos son más vulnerables y susceptibles de caer en las tentaciones y desviar sus nobles ideales, convirtiéndoles en personas inescrupulosas. Seguramente, hay malos y buenos políticos, pero lo que hace la diferencia es su condición humana, es mantener presente a DIOS en sus corazones y no aislarse de la realidad de un pueblo que los motivó a llegar donde están. Desafortunadamente, los políticos se elevan tanto, que se aíslan y se distancian de la realidad de su pueblo, rodeándose de personas que les llenan de adulaciones, envolviéndoles en una suerte de droga de la que es difícil desprenderse.

Hoy día, tenemos una batalla campal entre dos grupos políticos radicales, los que están en el gobierno y los que están en la oposición y, en el medio, un pueblo sufriendo, desesperado pues no vislumbran soluciones; mientras las prioridades de éstos se concentran en permanecer o conquistar el poder. Este escenario, al igual que hace más de 30 años,  no es más que la misma escena invertida, donde quienes hoy gobiernan lideraron la oposición en aquel entonces. Ambas partes, actuando de forma egoísta, mezquina e  inescrupulosa se olvidan de su pueblo y apuestan por el peor escenario, el de la violencia, la destrucción, la miseria con tal de lograr sus objetivos particulares. Yo apuesto, por un despertar de consciencia, por las bendiciones para que Dios ilumine y conceda sabiduría a todos los que en sus manos está hacer algo bueno para cambiar la cruel realidad que hoy día vivimos.

Mi posición política como venezolana, es trabajar por mi país, es sumar, es construir, es aportar, es contribuir para buscar soluciones, para reconstruir la patria que deseo sea el hogar de mis hijos y nietos. Siento que es mi deber, en mi condición de docente universitario, hacer criticas constructivas en lo positivo y en lo negativo, con el debido respeto, vengan de quien venga. Es difícil y osado, en nuestro país, asumir una posición objetiva e imparcial, en una realidad polarizada por los extremos del odio, de la intolerancia y la venganza; cuando lo que se aprecia es seguir la corriente de la mayoría y alimentar los malos sentimientos.

Quienes me conocen saben que he sido a lo largo de toda mi vida una mujer de profunda Fe en DIOS, y a pesar de no participar activamente de ninguna religión, practico el cristianismo, consciente de que el templo de Dios habita en cada uno de nuestros corazones  y, entendiendo esto, se profesa la Fe con el mayor acto de amor a Dios que es el amor al prójimo. Es por ello que, cuando quienes ejercen cargos políticos y tienen consciencia de que DIOS habita en sus corazones, siempre tendrán discernimiento a la hora de tomar decisiones pues, tendrán presente que el pueblo, a quién ellos se deben, es la mayor expresión de la Iglesia de DIOS.

No importa, que mis reflexiones causen malestar y polémica entre un lado o el otro. Mi mensaje va más allá de crucificar a quienes ciertamente han hecho mal las cosas; mi mensaje tiene la motivación de elevar mi voz por amor a un pueblo y a una patria que amo con toda mi alma. Venezuela es mi casa, es mi hogar, es mi vida y deseo verla prospera, grande, bendita para que el resto de mi vida pueda disfrutarla junto a mis hijos y con todos los que me rodean.

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