12. REFLEXIONES SOBRE EL PATERNALISMO DE NUESTRO GOBIERNO (12/09/2018)

Iniciaré está reflexión compartiendo con ustedes mi experiencia como madre y corresponsable de mi hogar. Como en toda familia, los padres tenemos la responsabilidad de formar a nuestros hijos y prepararlos para el futuro. No existiendo un manual sobre cómo ser padres perfectos, en nuestro caso, recurrimos a las experiencias vividas, los valores y principios que sembraron en nosotros y, con el día a día, fuimos reforzándoles la educación transmitida en las escuelas y fortaleciendo los valores, tratando de no caer en los errores que en el pasado cometieron nuestros padres; lo cierto es, que aprendimos que la mejor educación que pueden recibir nuestros hijos es desde el ejemplo y la coherencia entre nuestras palabras y nuestras obras. De esta manera, fuimos guiándoles y enseñándoles que el valor de las cosas se mide por el esfuerzo y el mérito, sin acostumbrarlos a que todo se les diera fácil, sin esfuerzos ni sacrificios. Como escribió el poeta libanés Khalil Gibran, "Tus hijos no son tus hijos son hijos e hijas de la vida", es así como llega un buen día en el que despliegan sus alas y se van a volar y, en nuestra la soledad como padres, nos queda la satisfacción de haber logrado que nuestros hijos sean personas nobles, luchadoras, emprendedoras y, sobre todo, LIBRES; capaces de tomar decisiones y resolver sus problemas sin esperar ni depender de nosotros.

Por analogía, nuestro país VENEZUELA es una gran familia, nuestros gobernantes representan a los padres, y el pueblo son los hijos de la Patria. Los gobernantes de turno son los responsables de tomar decisiones que involucren medidas políticas, económicas y sociales con el fin de procurar crear las condiciones ideales para que todos los involucrados puedan prosperar en armonía. Al igual que los cabeza de familia, los Gobernantes deben ser ejemplares y, en ocasiones, deberán tomar medidas duras, pero con la finalidad de salvar al pueblo de mayores problemas. La medida implementada estos últimos años de otorgar bonos al pueblo, cuyos recursos, desafortunadamente, provenían de la emisión de dinero inorgánico, se ha convertido en un problema mayor más que en una solución. Dicha medida, en esencia populista, tuvo la buena intención de amparar al pueblo de la pérdida de poder adquisitivo dada la crisis económica. Lamentablemente, parte de ese pueblo se fue acostumbrando a que sus problemas serían resueltos por el Gobierno, sin necesidad de hacer el mínimo esfuerzo más allá de acudir a votar en próximas elecciones, por cierto, he de matizar que esta estrategia no es exclusiva de los gobernantes de turno, sino también ha sido el modus operandi de los políticos en el pasado. Esta parte del pueblo se ha habituado a no trabajar insertos en la economía formal y se han dedicado a obtener ingresos adicionales, a través del camino fácil de generar dinero. Desafortunadamente, no existe consciencia de que para sacar al país adelante, superar esta crisis y caminar hacia el progreso debemos todos aportar nuestro granito de arena, y es allí donde se requiere que una parte del pueblo, con capital propio, invierta y cree nuevas empresas que generen más empleos formales, ofrezcan bienes y servicios y contribuyan con el Estado pagando impuestos. Por otra parte, es preciso que el pueblo, económicamente activo, se incorpore al aparato productivo para aportar con su trabajo valor agregado a la producción nacional, de suerte que, aumentando la oferta de bienes y servicios nacionales y con un pueblo trabajador que perciba una remuneración como contraprestación de su esfuerzo, pueda demandar los bienes y servicios que le permitan tener una calidad de vida digna, no solo para cubrir sus necesidades básicas, sino además amparar la salud de su familia, tener esparcimiento y hasta capacidad de ahorro. Todo ésto será posible siempre y cuando nuestros Gobernantes implementen decisiones acertadas y generen un clima de confianza para que todos los involucrados estén dispuestos a participar en armonía.

Citando a mi estimado colega Profesor Econ. Rafael J. García Marval "... Los economistas no queremos que los pobres sean felices.... sólo queremos que los pobres dejen de serlo...", al respecto complemento sus argumentos señalando que la verdadera libertad de un pueblo es cuando, por medio de la educación y el trabajo honrado, pueden prosperar y decidir, con libre albedrío, qué, dónde y cuándo comprar los bienes que deseen para mejorar su calidad de vida. Continuando con el uso de las analogías, la educación se resume en “enseñar a pescar” para que el pueblo, con su propio esfuerzo, pueda proveerse por sí mismo del pescado y no tenga que depender de las dádivas para sobrevivir. Esta es una de las premisas esenciales de la LIBERTAD.

A veces pienso que nuestros gobernantes ven la realidad a través de los ojos de quienes, no sé con qué intención, les asesoran; porque la realidad que vive la mayoría, y la que yo percibo en primera persona, es desgarradora. Buena parte de nuestro pueblo ha tratado de sobrevivir, hasta hace poco, con un sueldo miserable que ni siquiera les permitía atender mínimamente las necesidades de alimentación. Muchos, en nuestro entorno, hemos sido testigos de padres que han perdido peso, significativamente, porque han preferido sacrificarse para que sus hijos puedan comer. No hablemos de la salud y de otras necesidades básicas, como el vestido y la educación, las cuales, para poder satisfacerlas, tendrían que dejar de comer. Ciertamente, hay que reconocer que las ayudas del Gobierno, en todas sus modalidades, han significado un alivio para miles de familias que francamente la han venido pasando muy mal, pero esta medida no es la solución ya que no ataca la raíz del problema; por lo que convierte al pueblo en esclavo y dependiente de que la solución a sus problemas llegará mágicamente sin aportar ningún esfuerzo. Con el ajuste del salario mínimo a BsS. 1800, aun cuando no representa el poder adquisitivo ideal para cubrir todas las necesidades básicas de una familia, hay que reconocer que es mejor que la condiciones salariales anteriores; por lo que espero que muchas personas del pueblo ahora se sientan motivadas para buscar un trabajo formal, lo malo es que las ofertas laborales no han de ser muchas, por lo que estarán a la expectativa de que “Papá” Gobierno les continúe resolviendo sus problemas. 

Todos los días suplico a Dios alivie a nuestro pueblo de este viacrucis e ilumine a nuestros gobernantes para que tomen decisiones sabias, así como ruego para que haya tolerancia y un despertar de consciencia colectiva que inicie un cambio de cultura, en la que se restituyan muchos valores que hoy día están invertidos, estableciéndose la educación y el trabajo honrado como único camino para la prosperidad de nuestro pueblo.

Finalmente, he de ratificar públicamente mi compromiso con mi país, y con esa parte de mi pueblo que es mi responsabilidad, reiterándoles a mis trabajadores que no les abandonaremos y continuaremos acompañándoles hasta que vengan tiempos mejores, con la bendición de Dios.

Esta reflexión va dedicada a mis hijos y a mis trabajadores.


AMM. 

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