5. REFLEXIONES SOBRE EL TRABAJO FORMAL E INFORMAL (24/08/2018)

Los activos intangibles más importantes y valiosos de una empresa son los clientes y sus trabajadores. 

Así, como Dios nos dió la facultad del libre albedrío, para escoger entre el bien y el mal, los potenciales consumidores tienen plena libertad de elegir a quién comprar un bien o solicitar un servicio. Por lo cual, cuando un cliente nos elige debemos sentirnos honrados por su voto de confianza, ya que, el ingreso que percibe la empresa por las ventas le permite mantenerse activa y cumplir con todos sus compromisos. En condiciones normales, los criterios de selección que aplica un cliente es medido en términos de valoración del precio, calidad y atención recibida.

Los trabajadores son el alma de la empresa, sin su aporte, el resto de las partes no funcionarían. En este sentido, la relación patrono-trabajador debe estar enmarcada dentro de la legalidad en materia laboral y social; de no ser así, se estarían irrespetando los derechos del trabajador y perjudicándole de cara al futuro. No honrar los compromisos con un trabajador constituye uno de los peores fraudes que pueda cometerse.

Para participar del círculo virtuoso de la economía productiva, es importante que el trabajador esté debidamente inscrito por el patrono ante el IVSS, Banavish e Inces; es decir, debe ser un trabajador formal, además, el formar parte de la Seguridad Social le garantiza una pensión de vejez, lo cual es muy importante pues, al cotizar la cantidad de semanas requeridas y cumplida la edad reglamentaria, tendrá garantizada un remuneración por el resto de su vida. Mientras, que el trabajador informal solo ve rendimientos en el presente y se olvida que llegará a cierta edad en la que no va a ser atractivo para el mercado laboral y, peor aún, ya no tendrá suficiente energía para seguir trabajando. Por experiencia propia he podido observar como, a lo largo de estos últimos años, muchos trabajadores formales renunciaron a sus puestos de trabajo para dedicarse al atractivo negocio de moda: el "bachaqueo", e inclusive renunciaron porque el Gobierno les habían asignado un "Bono especial". Grave error, no sólo visto desde el perjuicio individual, sino desde la óptica de mayor carga para el Estado y menos trabajadores insertos en el aparato productivo. También observé con dolor la partida de varios trabajadores que optaron por renunciar para emigrar en busca de un mejor futuro para su familia. Fue duro asimilar que, por más apoyo que pudiera darle a mis trabajadores, jamás resolvería todas sus necesidades básicas.

Les vi partir con la bendición de Dios, aunque mi deseo es que regresen pronto, para que se reinserten en el aparato productivo y ayuden a sacar adelante a nuestro amado país, sin embargo, estoy clara que ésto sólo será posible cuando estén dadas las condiciones y en este momento es difícil que hayan ofertas de empleo a disposición.

Es importante señalar que, dentro del marco legal laboral previsto en la LOTTT 2012, se considera la coexistencia de dos métodos para el cálculo de las Garantías de Prestaciones Sociales: El método acumulado (se acumulan 60 días por año) y el método retroactivo (el último salario multiplicado por los años de servicios del trabajador), debiéndose aplicar aquel que mas favorezca al trabajador. Las empresas éticas y responsables deben hacer una previsión de este pasivo e imputarlo al valor de la mano de obra dentro de su estructura de costos, lo que determina el precio de venta.

En el marco de las medidas económicas anunciadas el día viernes 17/08/2018 todas las empresas privadas, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron con una deuda inimaginable por concepto de Prestaciones Sociales, que jamás podían haber previsto, ni en el escenario más pesimista. A manera de ejemplo: un trabajador con 10 años de antiguedad, considerando el sueldo mínimo de BsF. 3.000.000 le correspondería BsF. 30.000.000 si renuncia y el doble si procede el despido justificado. Con el incremento del sueldo por decreto a BsF. 180.000.000 (BsS. 1.800), el cual representa un incremento de 5.900%, aplicando la retroactividad de las prestaciones sociales, le correspondería al trabajador BsF. 1.800.000.000 (BsS. 18.000). Es decir, la empresa, en un instante, tiene que asumir una deuda (no prevista) de BsF. 1.770.000.000 (BsS. 17.700). Esto resulta terrible pues se está condenando a muerte a muchas empresas que seguro no tendrán liquidez para asumir esta deuda. Por lo que, gran parte de éstas tendrán que vender sus activos para honrar este compromiso. Esto resulta gravísimo, ya que pone en riesgo la sostenibilidad de muchas empresas activas que si terminan cerrando, también perjudicará al Estado con menos ingresos en la recaudación fiscal. 

Lo irónico de ésto, es que la deuda, por concepto de Prestaciones Sociales de toda la administración pública, tiene el mismo impacto, por lo cual, el Estado se endeudó con todos los trabajadores públicos y no hablemos de la incidencia en los tabuladores salariales de los distintos organismos públicos. La diferencia entre la empresa privada y la administración pública, está en que la primera tiene la obligación de pagarle al trabajador dentro de los cinco días después de terminada la relación laboral, mientras que el Estado le paga a un trabajador con un retraso considerable.

Llegado a este punto me pregunto, por qué teniendo el Presidente personas (asesores) tan preparadas en su entorno, no evaluaron el impacto de esta medida de manera integral. Lo ideal habría sido atacar la inflación tomando una serie de medidas que conllevaran a mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores. 

Finalmente, ruego a Dios ilumine las mentes y los corazones de todos aquellos que toman las decisiones del Estado para que tomen medidas más acertadas y humildemente rectifiquen aquellas que puedan causar más daño que bien.


AMM. 

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