17. REFLEXIONES PARA LOS PANADEROS ARTESANALES E INDUSTRIALES Y PARA NUESTROS GOBERNANTES (27/09/2018)

Desde inicio del año 2016 fue cuando se empezó a sentir, con gran notoriedad, la escasez de productos de primera necesidad, convirtiéndose el pan en una solución inmediata para apaciguar el hambre, así como en un atractivo negocio para los revendedores. A inicios del segundo semestre de ese año, ante la escasez de productos nacionales de primera necesidad, con la venia del Gobierno, se permitió la importación de alimentos y materia prima, utilizando el tipo de cambio del mercado paralelo. Esto significó el inicio del gran negocio del “bachaqueo” de alimentos, gracias a la escasez y a la distorsión entre los precios regulados de los productos nacionales y el alto costo de sus equivalentes importados. Esto propició el escenario perfecto para comprar barato y vender caro, es decir, especular aprovechando el desequilibrio entre la oferta y la demanda. Lamentablemente, ante la falta de fuentes de empleo formal y el mísero poder adquisitivo de los sueldos, muchos vieron en el negocio del bachaqueo, en sus distintas modalidades, la gran oportunidad de resolver sus problemas personales, ya que el atractivo estaba en el margen de rendimiento obtenido sin mayor esfuerzo, cuya garantía es la venta segura a personas desesperadas, dispuestas a pagar más, por la necesidad de proveerse de alimentos para llevar a sus hogares. En el caso del pan, era lamentable ver como algunos se aprovechaban de esta oportunidad vendiéndoles pan a personas humildes de su comunidad.

Las distorsiones en el mercado de la harina de trigo panadero, donde el precio de la harina nacional se mantenía regulado y el precio de la harina importada estaba afectado por la volatilidad del tipo de cambio en el mercado paralelo, aunado a la política del Gobierno de privilegiar al sector informal de panaderos artesanales, significó sacrificar a las panaderías industriales, ya que la oferta limitada de harina no alcanzaba para satisfacer las necesidades de todos, por lo que éstas se vieron obligadas a trabajar con harina importada, con la terrible consecuencia de trasladar ese costo al consumidor final. A partir del año 2017 esta distorsión fue agudizándose cada vez más, siendo en el mes de agosto 2018 cuando se produjo ajustes del precio continuos, derivado de la constante devaluación del tipo de cambio paralelo, viéndose los panaderos industriales en la desesperación de ajustar el precio de venta del pan, casi diariamente, para garantizar la reposición de sus inventarios de harina de trigo (Ver Reflexión N°09: REFLEXIONES SOBRE LOS AJUSTES EN LAS ESTRUCTURAS DE COSTOS EN UNA ECONOMÍA HIPERINFLACIONARIA. Caso: Sector Panificación (04/09/2018)). 

Debo dejar claro mi respeto y consideración para con el gremio de panaderos artesanales, esos quienes enaltecen su rol y cumplen su fin (atender a sus comunidades y generar ingresos para quienes participan del negocio, que por lo general son familiares o vecinos). No obstante, he advertido, con crítica constructiva que, si bien, los panaderos artesanales deben recibir apoyo para la adquisición de materia prima, expansión y fortalecimiento de su negocio, estos a su vez deben, como contrapartida, insertarse en la economía formal, contribuyendo con el Gobierno con el pago de impuestos y, en especial, generando fuentes de empleos formales en los que se respeten todos los derechos laborales de sus trabajadores. Desafortunadamente los organismos públicos, a los cuales les compete esta situación, no se han abocado a supervisar rigurosamente y velar por el “deber ser”, en el entendido que nuestro país y nuestros gobernantes requieren del fortalecimiento del aparato productivo para salir de la crisis actual. La falta de controles fue creando el escenario para tergiversar el propósito de las panaderías artesanales, por lo que el negocio se prestó para obtener una mayor rentabilidad revendiendo cada saco de harina nacional por un valor un poco por debajo del precio de la harina importada, en lugar de destinarlo a la producción y venta de panes para satisfacer las necesidades de sus comunidades. 

En otros tiempos, el número de panaderos artesanales era mucho menor que el de panaderos industriales. El negocio de reventa de pan se conocía como “pan de bodega”, el cual se vendía a bodegas de comunidades distantes y éstos vendían con un margen de comercialización que nunca superaba el 30%. Ante este atractivo mercado, producto de la distorsión en el precio de la harina de trigo panadero (nacional e importada), empiezan a surgir personas interesadas en incursionar en el negocio del pan, todo ello con la expectativa de poder hacerse de la materia prima y que, en lugar de cumplir su misión, terminan revendiendo la harina de trigo. Hablemos claro, si un grupo de artesanales revenden la harina es porque hay quienes están dispuestos a comprarla. ¿Por qué algunos se ven tentados a hacer esto? Muy fácil, porque el margen de ganancia de la venta es mayor que el margen de ganancia del producto final, el cual requiere tiempo y esfuerzo para llevar a cabo el proceso de producción (amasado, sobado, picado, horneado y venta del pan). Lo atrayente de este negocio fácil, llevó a que las estadísticas de nuevos artesanales, comparando hace dos años, se incrementara en aproximadamente 1000%. En este contexto, es de conocimiento público, las irregularidades en las que se han incursionado para aprovecharse de las oportunidades del sistema. Un ejemplo de ello, son aquellos artesanales que se registraron bajo un mismo domicilio e instalaciones cuya capacidad de producción estaba muy por debajo de la asignación total de materia prima que terminaban recibiendo los mismos. Afortunadamente, las autoridades competentes vienen realizando un esfuerzo en sincerar y depurar estas irregularidades. 

Hasta hace unos días, se despachó a los panaderos artesanales harina de trigo nacional a, aproximadamente, BsS. 30 por cada saco, mientras que las panaderías industriales han estado obligadas a trabajar con harina importada a un costo de, aproximadamente, BsS. 2.600 por cada saco. Desde hace 15 días el precio de la harina nacional fue ajustado, con aprobación del Gobierno Nacional, a BsS. 900 por saco; por lo que reponer su inventario representará, para los panaderos artesanales, una inversión importante, que seguro muchos no estarán en capacidad de asumir. Pero la astucia comercial ya encontró la solución a este problema, buscando fuentes de financiamiento. En este sentido, algunos panaderos artesanales recurrirán, como en efecto lo están haciendo, a los potenciales compradores para hacer negocio, es decir, vender por adelantado los sacos de harina de trigo. Entiendo que haya quienes se sientan tentados a comprar, por esta vía, pensando en que el valor a pagar está por debajo del precio de la harina importada, sin embargo, las panaderías industriales deben estar claras que se exponen a múltiples riesgos, dado que no recibirán factura, por lo que no podrán demostrar, ante los organismos competentes, su estructura de costo para defender el precio de venta del pan; por lo cual, al momento de una inspección, estarían enfrentando sanciones y obligados a vender su producto de acuerdo al precio regulado de la harina de trigo, con la pérdida que ello significa. Esta opción, además de implicar riesgo de no poder justificar la estructura de costos, incita a la evasión fiscal pues no se podrá deducir un costo importante, por no disponer de la factura fiscal de compra, y terminará reflejándose el total de la venta como ganancia, el cual será la base gravable en concepto de impuestos. 

Es triste ver la inconsciencia de quienes han optado por este tipo de enriquecimiento, dentro de la maquinaria de hacer dinero fácil, para satisfacer sus necesidades personales, sin importar el daño causado a su alrededor, no entendiendo que es el pueblo quien al final, como consumidor, terminará pagando el costo de esta corrupción. Así como también, comprometen la estabilidad de las panaderías industriales y hasta los ingresos fiscales del Estado, ya que son éstas quienes contribuyen con el Gobierno, a través del pago de impuestos y generando fuentes de empleo formal. (Ver Reflexión N°4: REFLEXIONES SOBRE El CÍRCULO VIRTUOSO DE LA ECONOMÍA (23/08/2018)). 

Estas irregularidades ocurren porque el sistema tiene debilidades, discriminando al sector formal de panaderos (industriales y artesanales), privilegiando a quienes inescrupulosamente terminan contribuyendo con la crisis económica del país, la cual ha desencadenado en un proceso hiperinflacionario. Deseo que esta reflexión llegue a quienes puedan haber sido partícipes de estas irregularidades para que Dios les ilumine con sabiduría y puedan entender que la mejor manera de prosperar es aquella en la que todos prosperemos juntos, en armonía, sin perjudicar a nadie. 


AMM.

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