7. REFLEXIONES PARA NUESTROS GOBERNANTES SOBRE LA VIABILIDAD DE PAGAR LAS NÓMINAS DE LAS EMPRESAS PRIVADAS CON EL INCREMENTO SALARIAL DEL 5.900% (28/08/2018)

La medida implementada por el Señor Presidente relacionada con asumir el gran costo laboral del sector privado, e inclusive la de los trabajadores informales, durante los próximos tres meses, a partir de septiembre, me resulta difícil de asimilar. Puedo entender que se pretenda garantizar los recursos financieros para que el pueblo trabajador mejore su poder adquisitivo; pero si el mismo Presidente dice que uno de los objetivos es “Cero Déficit Fiscal”; entonces, resulta difícil imaginar la viabilidad de esta medida, a menos que se continúe cometiendo el grave error de inyectar “dinero inorgánico” a la economía con la inmediata consecuencia de más inflación.


Recordemos que las únicas fuentes de ingreso del Estado son: (1) Los ingresos petroleros, vía exportación, por los que se reciben divisas, (2) los ingresos provenientes de la recaudación fiscal, es decir, los impuestos que pagan las personas tanto Jurídicas como Naturales y (3) el endeudamiento, es decir, pedir prestado emitiendo títulos de deuda pública.


Entre los impuestos que cobra el Gobierno está el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que pasó del 12% al 16%, representando un incremento de cuatro puntos porcentuales, que está claro impactará en los precios de venta de los bienes y servicios no exentos, lo que contribuirá a acentuar el proceso inflacionario. Ahora bien, ¿quién paga el IVA? Pues los consumidores, es decir, “El Pueblo”. En cada compra que los clientes realicen en un comercio o empresa, en la que le entreguen facturación fiscal, el 16% del valor monetario del precio de ese bien es su contribución al Estado para que éste pueda cumplir con sus funciones básicas: (1) crear y mantener las infraestructuras de vialidad, hospitales, escuelas, universidades, entre otras; (2) garantizar los sistemas de seguridad pública y social, y (3) garantizar los sistemas de salud y de educación. Para lo cual, requiere absorber una parte importante de la masa trabajadora que se convierte en la gran nómina de la administración pública. Además, el Gobierno debe implementar medidas socioeconómicas para apoyar al pueblo, como por ejemplo la entrega masiva de “bonos especiales” para ayudar a los más necesitados. Al respecto de esto último, desde el punto de vista político, estos bonos constituyen un ejercicio más de populismo que, lamentablemente, resulta un paliativo más, en lugar de la solución verdadera al problema de la inflación. No obstante, hay que reconocer que muchas familias reciben un respiro que les permite sobrellevar la terrible crisis en la que vivimos. Pero no es menos cierto que, desde la perspectiva económica, también se favorecen a los comerciantes y empresarios, pues esta masa monetaria termina en manos de quienes ofrecen los bienes y servicios que son demandados por el pueblo. Si esta masa monetaria no fuese inyectada a la economía en la actualidad, simplemente, muchas empresas estarían más quebradas de lo que ya lo están, porque no tendrían clientes con poder adquisitivo suficiente para comprar, salvo aquellos que reciben remesas de divisas de familiares y que tienen garantizado su poder adquisitivo porque utilizan el mercado paralelo para convertirlos en moneda local. Queda claro que estos bonos no son del todo malos, porque están ayudando a la economía de nuestro país. Entonces, la gran pregunta es: ¿QUÉ ESTÁ FALLANDO, QUÉ ESTÁN HACIENDO MAL?. Para tratar de explicar la respuesta a esta pregunta, hay que profundizar sobre el tema.


Si nuestra gran empresa petrolera PDVSA, antes “la gallina de los huevos de oro”, ha sido, o está siendo, administrada en forma ineficiente; tal y como aseveran los expertos en la materia al referirse a la disminución significativa en el volumen de producción de barriles de petróleo diarios, sin olvidar que hay que entregar una parte de éstos para cumplir con los compromisos adquiridos con China por la negociación “a futuro”, es decir, estamos pagado por un dinero que ingresó en el pasado y ya se gastó. Es así como el Estado termina recibiendo menos divisas de las que ingresaban en otros tiempos, eso sí, sin mencionar “la Espada de Damocles” que pende sobre nuestras cabezas, en relación a la fluctuación del mercado internacional del petróleo. Ante una caída en el precio de nuestro barril de petróleo las consecuencias serían terribles para nuestra economía; razón por la cual, el Gobierno debe apoyarse en otros mecanismos de generación de ingresos.


Si las normativas contables entre PDVSA y el Banco Central de Venezuela (BCV) han sido respetadas, las divisas deben ser estrictamente convertidas a moneda local, a razón del tipo de cambio en el mercado oficial, cuya última referencia, antes de la reconversión, se fijó aproximadamente a BsF/$ 240.000, es decir BsS. 2,40. Considerando que el nuevo tipo de cambio oficial, según la “cuadrangulación” entre la criptomoneda PETRO, las reservas petroleras que están en el subsuelo (futuros barriles de petróleo), el dólar y el Bolívar Soberano, será de BsS/$ 60, es decir BsF. 6.000.000; el Estado dispondrá entonces de un mayor flujo de caja en moneda nacional (BsS.) derivado de la devaluación de nuestra moneda en un 2.400%. A pesar de esto, surge la inquietud de si estos recursos serán suficientes para, además de cumplir con las obligaciones propias del Estado, seguir pagando los subsidios especiales al pueblo, pagar la gran nómina de la administración pública y ahora también pagar la exorbitante nómina del sector privado y de los trabajadores informales. Al respecto sigo teniendo reservas.


La segunda fuente de ingresos, más importante, es la Recaudación Fiscal. Entendiendo que el Estado, por sí mismo, nunca puede ser auto suficiente para satisfacer todas las necesidades de su pueblo, los Gobernantes de turno requieren “asociarse” con el sector privado para que estos: (1) ofrezcan bienes y servicios que no pueda ofrecer el Estado, (2) generen y amparen fuentes de empleos formales y (3) contribuyan con el Estado aportando el pago de los impuestos que correspondan. Lamentablemente, muchas medidas del Gobierno atacan a las empresas privadas ignorando al sector informal y/o a los “bachaqueros” y mucho menos toman medidas contundentes para insertarlos dentro del sistema formal, a fin de que se cumpla el “círculo virtuoso de la economía” y todos los involucrados contribuyan en armonía a la prosperidad y progreso del país.


Las recientes medidas económicas, especialmente las referidas a la lista de precios fijos de determinados artículos, han sido implementadas cometiendo los mismos errores que en el pasado; por lo cual, debemos tener claro lo que sucederá: habrá escasez de dichos productos y se presentará una nueva oportunidad de negocio para los “bachaqueros”, esos que se aprovechan inescrupulosamente de la necesidad desesperada de las personas (por ejemplo, los medicamentos). Esto resultará en la quiebra de muchas pequeñas empresas que, al igual que todo el sector empresarial, están afectadas, además, por la incidencia de la deuda por concepto de Prestaciones Sociales que resultará impagable debido al impacto de aplicar el método de la retroactividad. Por lo que, de ser así, el Estado perderá muchos “socios” y los trabajadores no solo se quedarán sin trabajo, sino que difícilmente encontrarán otro, ya que ningún inversionista estará interesado en crear una nueva empresa si predomina un clima de incertidumbre y no se les garantiza su inversión (Riesgo).


Los venezolanos, hoy día, nos hemos convertidos en expertos en economía y seguro cualquier ama de casa tiene claro que cuando escasean productos como arroz, azúcar, harina pan, entre otros; quienes los posean sacarán provecho vendiéndolos a un precio mucho mayor, aprovechándose de la necesidad del comprador.


Hasta este punto del análisis sigo manteniendo mis reservas, ya que lo más probable es que, a pesar de las fuentes de ingresos antes señaladas, las finanzas del Estado continúen siendo deficitarias, es decir, que los ingresos sean menores a los gastos (Déficit Fiscal). Ante estas circunstancias, en teoría, los Gobernantes de un país tienen que recurrir al endeudamiento interno y/o externo. El interno, amerita la emisión de títulos de deuda, es decir, obligaciones por parte del Estado para captar recursos de las Personas Naturales y Jurídicas, lo cual, es casi imposible porque nuestro poder adquisitivo es paupérrimo y no nos permite ahorrar; mientras que el endeudamiento externo es cuando los Gobernantes de un país le piden prestado a otros países, lo que intuyo está descartado por obvias razones. En ambos casos, es necesario que el emisor de la deuda tenga credibilidad para que los prestamistas (ahorristas) confíen en que el Estado cumplirá a cabalidad con la obligación asumida. Tal es el caso del anuncio del día de ayer con la emisión de títulos que representan la venta de lingotes de oro.


Cuando a pesar de que, utilizando las tres fuentes de financiamiento antes señalas, aún existiera déficit fiscal, entonces los Gobernantes podrían caer en la tentación de emitir DINERO INORGÁNICO, es decir, dinero creado de la nada y que no tiene respaldo. ¿Cómo se crea este dinero? Pues, en el pasado, este dinero se mandaba a imprimir como un billete más del cono monetario vigente. Hoy día, gracias a la Banca Electrónica, sólo amerita dar la orden de agregar a la disponibilidad de las cuentas del Estado unos cuantos ceros a la derecha. En otras oportunidades, he recalcado que, en mi opinión, el respaldo de la masa monetaria en circulación dentro de una economía, es el Producto Interno Bruto (PIB), además, de un ingrediente fundamental que se llama CONFIANZA, es decir, la fe que deben sentir todos los involucrados de que los Gobernantes están haciendo las cosas bien. El PIB es toda la Producción Nacional de bienes y servicios que tanto el Estado como las empresas privadas generan, gracias al aporte y valor añadido que significa la mano de obra de los trabajadores. Todos estos bienes y servicios representan la oferta en un mercado, por lo que, cuando hay un exceso de dinero en la economía, este ejercerá una mayor presión en la demanda de bienes y servicios con respecto a los niveles de producción que son ofertados en el mercado; razón por la cual, los precios de los bienes y servicios tenderán a aumentar, convirtiéndose esta práctica en un “círculo vicioso” que desemboca en un espiral inflacionario, que desafortunadamente en nuestro país se está transformando en tornado. 


Después de este breve análisis, me queda una gran preocupación pues la medida de subsidiar la nómina de la empresa privada es simplemente inviable, y no es más que correr la arruga hasta el mes de diciembre, tiempo en el que, inevitablemente, se producirá un ajuste en los precios para absorber el costo de la nómina en las estructuras de costos de las empresas. He de advertir a los empresarios y comerciantes que, aun cuando el Gobierno pague el diferencial de la nómina hasta completar el salario mínimo de BsS. 1.800, igual deberán imputar en su estructura de costos las fracciones que correspondan a los conceptos de vacaciones, utilidades y Prestaciones Sociales; de tal forma que vayan tomando las previsiones para garantizar el cumplimiento de todos los compromisos laborales con sus trabajadores, tal como establece la LOTTT 2012. En este sentido, las empresas privadas responsables requieren disciplina financiera, honestidad y buena gerencia. Deben priorizar sus compromisos financieros en el siguiente orden: trabajadores (garantizando los compromisos laborales), proveedores (pagando sus deudas para garantizar la reposición de los inventarios), gobierno (pagando los impuestos) y si, finalmente, queda algo de ganancia, entonces será para los dueños (accionistas). Las empresas privadas tienen que trabajar, producir y generar ingresos para cubrir su estructura de costo; ya que no tienen la facultad de generar dinero inorgánico.


El Gobierno sigue cometiendo el error de pensar que la economía es estática y al incrementar los sueldos, todos los bienes y servicios van a permanecer congelados. En las empresas que ofrecen servicios el impacto de la nómina pondera aproximadamente un 90% en su estructura de costos, mientras que para las empresas de producción el total de la nómina está entorno al 30% en su estructura de costo, eso dependiendo del grado de eficiencia en su gestión. Por tal motivo, resulta inevitable que un incremento de tal magnitud no tenga efecto en los precios de venta de los bienes y servicios, peor aún, si consideramos la incidencia en la retroactividad de las Prestaciones Sociales, que desde ya toda empresa debe considerar en sus estructuras de costos.


Para resolver el problema de la hiperinflación se requiere, con urgencia, además de medidas acertadas por parte de nuestros gobernantes, un despertar de conciencia en nuestra sociedad, donde comprendamos que la mejor forma de progresar es aquella en la que prosperemos todos, en armonía, y no aprovechándonos unos de los otros. Este cambio pasa por modificar la cultural fiscal de los ciudadanos, por lo que, debemos exigir que nos entreguen la factura fiscal en cada compra que realicemos. De esta manera, estaremos contribuyendo con el Estado pagando impuestos para que los Gobernantes de turno, administrando de forma eficiente estos recursos, puedan cumplir sus funciones y se logre reducir el déficit fiscal, así, como reinvertir parte de esos recursos para el beneficio y progreso del pueblo venezolano. Asimismo, es necesario que el Gobierno aplique medidas para insertar al sector informal dentro de la economía formal, a fin de captar más recursos de este sector por concepto de impuestos.


Nuestros Gobernantes deberían tener claro que los empresarios y comerciantes honestos, que aún permanecen en este país, tienen la convicción y el deseo de trabajar, generar empleos y riquezas por y para nuestro país; no entiendo el por qué se auspician sentimientos negativos hacia el sector privado que sólo contribuyen a hacer más daño al mismo pueblo. Me niego a pensar que el objetivo de estas medidas económicas pretenda destruir al sector privado, de ser así, el escenario resultará fatal hasta para el propio Gobierno, pues perderá una fuente importante de sus ingresos fiscales.


No puedo evitar, como siempre, tener presente a Dios en mis reflexiones porque estoy segura que él obrará muchos milagros en este gran país. El primer milagro que imploro es que toque los corazones de todos nuestros gobernantes, y el de quienes les asesoran, para que tengan piedad de este noble pueblo y con sabiduría logren tomar decisiones acertadas y rectificar aquellas decisiones que lo requieran, con el fin de salir de esta crisis.




AMM. 

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