EL KARMA DE LA CORRUPCIÓN


EL KARMA DE LA CORRUPCIÓN. 

Soy de esa generación que vivió la transición a la nueva tecnología y también la que vivió la política antes y después de aquel famoso Caracazo. Soy escéptica de la política, no porque ella sea mala, al contrario la política debería ser buena pues persigue el ideal de trabajar para el beneficio del pueblo, logrando el bienestar común de todos los actores de la sociedad. Sin embargo, lo que ha hecho perverso a la política mundial y en especial la de nuestro país, es la condición y calidad humana de quienes en ejercicio del poder político han permitido que los malos sentimientos se apoderen de ellos para beneficiarse inescrupulosamente sin importarles el daño que causen en su entorno.  Se dice que si quieres sacar lo peor de la gente, dale poder y dinero, y verás como aflora lo peor de su condición humana. Cuando las personas, que no tienen a Dios en su corazón, les llega un día el poder, la fama y el dinero, fácilmente caen en las tentaciones y sucumben en lo más bajo.  Es así como, en el mundo de la política, vemos con frecuencia como las personas cuando llegan al poder se transforman y se olvidan de los ideales que les llevaron a querer conquistar un lugar en el mundo de la política que les permitiera hacer algo bueno para y por el pueblo. 

Lo cierto es que en la política venezolana, independientemente de las ideologías, todos comparten un vínculo común: son ejemplos dignos del dogma populista ya que sus decisiones y objetivos, más que resolver problemas estructurales del país, se concentran en mantener contentos a la mayor parte de la población electoral, ya que estos son los que les mantendrán en el poder. Es así como vemos a lo largo de la historia de estos últimos 40 años como las políticas sociales imperan aún a costa de que ello implique aumentar el déficit fiscal, apoyándose en la emisión de dinero inorgánico. Es así como, los gobernantes, no se han dado a la tarea de insertar a la economía informal en la actividad productiva y participativa de la economía formal, pues este es un sector mayoritario y representan potenciales votos electorales. 

La corrupción requiere del caos que implica el desorden, la incompetencia, la falta de controles y, en especial, requiere de que muchos participen a menor escala para que los grandes corruptos se sientan protegidos. Por eso, es común ver que como se gestan orgías de corrupción en organismos públicos donde los presuntos hechos de corrupción asciende desde los niveles más bajos de su estructura organizativa. Así vemos como la corrupción más básica se da en aquellos funcionarios públicos que cobran un sueldo del patrono "ESTADO", aún cuando no asisten ni cumplen con su trabajo, convirtiéndose éstos en una carga improductiva para la Administración Pública. Parte de la solución a este flagelo de la corrupción está en remunerar bien a los funcionarios públicos, además de establecer mecanismos de controles, así como imponer sanciones a quienes incurran en actos de corrupción. Será interesante que incorporen a la cartera de Ministerios uno que apoye la gestión de la Contraloría Pública y canalice todos las denuncias por irregularidades cometidas dentro y fuera de la Administración Pública.

El ejercicio noble y responsable de la política requiere de líderes con moral, valores, ética, y especialmente con conocimientos y competencias para poder gerenciar la gran empresa que representa "EL ESTADO". Un buen político debe ser un estadista, que piense y actúe para que los resultados futuros beneficien a las próximas generaciones. 

"El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones". Winston Churchill

Un buen político es el que siembra los valores de la libertad, con educación y trabajo honesto, para que los individuos de la sociedad sean verdaderamente libres y no dependan de las dádivas de quienes quieran mantenerlos como esclavos. Un verdadero político fomenta los valores de la educación, el trabajo y del concepto de familia, pues ello constituye la base sobre la que se cimienta una sociedad libre y próspera. Sin embrago, hemos visto como la forma de hacer política ha pretendido cultivar la ignorancia, el odio, el resentimiento, la envidia, el revanchismo y la manipulación como estrategias para garantizar la permanencia en el poder. Todo ello mientras se van enriqueciendo a grandes escalas. 

Es triste pensar que no se han dado cuenta que ni con todo el dinero del mundo podrán comprar la consciencia, la salud, la felicidad y a los verdaderos amigos. Y, un día recibirán el peor castigo que en vida pueden tener: la soledad y el destierro de todos los que les recuerden con dolor e impotencia por su mala gestión. 

Quiero imaginar que en un futuro, cuando tengamos la oportunidad de reconstruir nuestro país, NO sembremos nuestra esperanza en un sólo Lider, sino que nos convirtamos todos y cada uno de nosotros en los lideres que transformemos nuestro entorno. Necesitamos un despertar de consciencia y un cambio colectivo, si de verdad queremos un cambio de 180 grados. DIOS nos de la bendición de tener la oportunidad de iniciar un cambio con sabiduría, con caridad, con amor, que nos permita renacer de las cenizas, sin alimentar los demonios que quedaran sueltos y que debemos ayudar a salir de las energías que envuelven a nuestro país.

                                                                         Vienen bendiciones de DIOS y debemos estar preparados.



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