LA GASOLINA.... LA HISTORIA SE REPITE Y SE CIERRA EL CICLO


Las historias son cíclicas y finalizan en el mismo punto donde todo empieza.  Se cierra el ciclo.....

Todo empezó cuando el otrora presidente Carlos Andrés Pérez, en 1989, implementó una serie de medidas económicas como condiciones impuestas por los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarollo) para poder concederle financiamiento; todo ello debido a que el país se encontraba en quiebra, pues se habían agotado todos los ahorros del Estado (Reservas Internacionales), luego de haberse implementado políticas de controles de precios y  un control de cambio durante el periodo (1983-1989). La historia hoy día se repite, pues los contemporáneos podemos dar fe de las distorsiones entre el mercado negro y el mercado oficial de divisas de aquel entonces, así como del proceso inflacionario que sumergió al pueblo en la mayor desesperación, manifestando su ira en lo que se conoció como el caracazo (27 de febrero de 1989).

Entre aquellas medidas, la más polémica y que conllevó a un estallido social fue el aumento de 30 céntimos en el precio de la GASOLINA. El estallido social se inició en Guarenas por el aumento del pasaje en un 100% y de allí se gestó un efecto dominó que se extendió por toda la geografía nacional.

 «cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia» Félix Yusúpov

En un lenguaje sencillo intentaré explicar el por qué los organismos internacionales, en aquel entonces, exigieron implementar una agenda de medidas al gobierno de turno. El sentido común dice que el que presta dinero necesita evaluar las garantías de quien solicita financiamiento. El destino del dinero y la disciplina financiera del solicitante son criterios relevantes para que el prestamista conceda un préstamo al prestatario. Es así como los organismos internacionales exigen a los gobiernos que representan a un Estado cumplir con una agenda de tareas donde, entre otras cosas, la disciplina fiscal es condición sin ecuanimidad para garantizar la devolución del préstamo a conceder. La disciplina fiscal significa, en términos llanos, no gastar más de los ingresos percibidos; es así como de existir un déficit presupuestario (gastos mayores a los ingresos) deben tomarse medidas radicales para, simultáneamente, por una parte, reducir gastos y, por otra parte, incrementar ingresos con el objetivos de equilibrar el presupuesto público.   

Desde hace más de 30 años el subsidio a la gasolina ha sido uno de los factores que incide en el gasto público; pero mientras los gobiernos de turno lograban oxigenar las finanzas públicas con cuantiosos préstamos financieros y  mientras continuaba la lluvia de bendiciones del oro negro de nuestra industria petrolera, ello solapó la ineficiencia de la administración pública y la gestión financiera del Estado era y continuó manejándose de forma relajada. Desafortunadamente, los años de bonanzas solo fueron aprovechados para aumentar gastos y despilfarrar los recursos, mientras continuaban las políticas de endeudamiento para cubrir el déficit fiscal. Poco esfuerzo se realizó en sembrar la riqueza, es decir en invertir en proyectos rentables, diversificando el riesgo de la industria petrolera, así como nadie se ocupó en sanear la administración pública, de optimizar los recursos e incrementar la eficiencia en la prestación de los servicios públicos, de hacer inversiones de mantenimiento a las industrias del Estado. El margen era tan amplio que daba para todo, para aumentar la nómina de la administración pública y para gastos sociales con fines de proselitismo político, e inclusive hasta para financiar la corrupción. 

Estos errores fueron cometidos por los gobiernos que antecedieron a la actual gestión y, paradójicamente fueron la critica y motivación para buscar un cambio, que a lo largo de la historia reciente hemos terminado viviendo la peor versión de lo antes vivido. Solo que a muchos se les olvidó el pasado y aún no aprenden la lección.

«Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo» George Santayana 

Hoy día, el gobierno actual está sometido a las limitaciones impuestas por las sanciones internacionales, que abarcan mucha medidas, pero algunas de éstas, más que afectar directamente al gobierno, han contribuido a crucificar al pueblo en la peor crisis jamás vivida en la historia de nuestro país. La peor consecuencia de estás sanciones está en las restricciones para conceder financiamiento; quedando reducido el apoyo internacional a Venezuela sólo por parte de países como China, Rusia, Irán; quienes seguramente también impondrán sus condiciones a la hora de conceder financiamiento al actual gobierno venezolano. 

Es probable que el problema de la gasolina, más que la reducida producción interna, sea la condición de pago de contado de los buques de cargamento de gasolina que estos países están dispuestos a mandar a nuestro país; que, de paso, por el solo hecho de estar distanciados geográficamente, termina imputándose un mayor precio por los costos marítimos de transporte. El gran problema en el que se encuentran nuestros gobernantes es que no han de tener recursos para pagar de contado la importación de gasolina y, peor aún no le es rentable seguir subsidiando al pueblo la gasolina, ya que ni siquiera vendiéndola a 50 céntimos de dólar les permitiría obtener los ingresos necesarios para pagar a los proveedores internacionales. El problema se intensifica pues la mayor parte del pueblo no tiene poder adquisitivo ni siquiera para comer, de donde entonces podrían costear el costo de la gasolina y el incremento real de transporte público, además de que este aumento es trasladado a la estructura de costos de los alimentos, traduciéndose en un repunte vertiginoso de la inflación y mayor hambre para el pueblo.

Hoy día, el presente y el pasado se conjugan en un misterioso momento histórico, donde el Universo nos exige aprender de los errores para salir de este karma y evolucionar a un estado superior. El pueblo está a punto de colapsar, tan solo porque el hambre y la desesperación nublará sus mentes. Es hora de despertar nuestras consciencias y comprender que debemos aprender de los errores del pasado y aportar lo mejor de cada uno para contribuir con la solución definitiva y poder cerrar este ciclo.

El Gobierno debe asumir un rol protagónico y tomar las decisiones correctas bajo el consenso y participación de todos los sectores involucrados, donde responsablemente yo insisto en afirmar que el PETRO es la solución para salir de esta crisis, permitiendo progresivamente mejorar el poder adquisitivo del pueblo, conjuntamente con la recuperación del aparato productivo y convirtiéndose éste en el principal proveedor de ingresos para el Estado a través de la recaudación fiscal.

Apuesto por la solución pacifica y en armonía de todos los involucrados y confío en que DIOS nos premiará por haber aprendido las lecciones y concederá infinitas bendiciones para que nuestro país resurja de sus cenizas y se convierta en una nación prospera y sea ejemplo para el resto del mundo.  

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