6. REFLEXIONES SOBRE LA INFLACIÓN EN NUESTRA ECONOMÍA (VENEZUELA) (25/08/2018)

Entre los entendidos en la materia, existen varias tesis sobre cuál es el respaldo de la masa monetaria en circulación dentro de una economía. Me inclino por la opción de que el Producto Interno Bruto (PIB) es ese respaldo, además, de un ingrediente fundamental que se llama CONFIANZA, es decir, la fe que deben sentir todos los involucrados de que los Gobernantes están haciendo las cosas bien.

El PIB es, sencillamente, toda la Producción Nacional de bienes y servicios que tanto el Estado (Administración Pública) como las empresas privadas generan, gracias al aporte y valor añadido que significa la mano de obra de los trabajadores. Todos estos bienes y servicios representan la oferta en un mercado cuyo precio de venta debe estar vinculado a las estructuras de costos más un margen de ganancia, de tal manera que se garantice la sostenibilidad de las empresas. De no ser así, se estaría trabajando a pérdida con el desenlace fatal de la quiebra. Un gravísimo error que suelen cometer los Gobernantes es fijar por decreto los precios de los bienes y servicios sin tomar en cuenta lo antes señalado.

Derivado de las medidas económicas anunciadas el día viernes 17/08/2018, se decretó en gaceta una lista de precios regulados de varios artículos. El caso es que hoy sábado 25 se han dado a la tarea de obligar a las empresas y comercios a vender dichos artículos a estos precios, a pesar de demostrar con factura fiscal que el costo de adquisición fue mucho mayor, condenando a estas empresas a asumir otra pérdida, además de la deuda impagable de los pasivos laborales por el incremento salarial del 5.900%. Es una pena que el Gobierno condene a muerte al sector empresarial, olvidándose que necesita de ellos para que la recaudación fiscal le genere los ingresos necesarios para poder pagar la gran nómina de la administración pública ajustada al nuevo incremento. Si cada vez cierran más empresas, el Gobierno se verá en la obligación de crear dinero inorgánico para cubrir el déficit fiscal con la fatal consecuencia de una espiral inflacionaria convertida en tornado.

La experiencia en nuestro país, a lo largo de estos años, nos demuestra que cada vez que se ha decretado fijación de precios en algunos productos, éstos inmediatamente desaparecen del mercado y ante la escasez surge la oportunidad de negocio para los especuladores "bachaqueros". En todos los casos, terminan vendiéndose a un precio mucho mayor.

Una de las principales causas de un proceso inflacionario es la emisión de DINERO INORGÁNICO, es decir, dinero creado de la nada y que no tiene respaldo, ya que esta masa monetaria adicional ejercerá una mayor presión en la demanda de bienes y servicios con respecto a los niveles de producción que son ofertados en el mercado (PIB). En otras palabras, si la demanda (compradores) de un bien es mayor que la oferta (vendedores), lo que sucederá es que el vendedor terminará haciendo negocio con el comprador que esté dispuesto a pagar más por dicho bien. Si además hay escasez de un bien, ya sea por acaparamiento o porque la producción disminuyó, algunos asumirán la posición de especulación, mientras que otros pensarán en el costo de reposición del bien y ésto, inevitablemente, sucede porque la incertidumbre sobre las expectativas futuras les motiva a proteger su inversión.

Muchos se niegan a reconocer que la ley de la oferta y la demanda es tan cierta como la ley de la gravedad e insisten en pensar que la economía es estática, no entienden que la naturaleza de toda economía es dinámica, por tal razón, el precio de un bien no se puede decretar y menos si no hay confianza, ya que dependerá del valor que le asignen mutuamente el comprador y el vendedor. 

Ahora bien, en este punto debemos aclarar la diferencia entre el precio y el valor de un bien, ya que no es lo mismo. ¿Cuál es el verdadero precio de un bien? La respuesta depende del valor subjetivo que se le asigne, es decir dependerá de la necesidad que tenga el demandante de poseer ese bien y de la disposición del ofertante de desprenderse de ese bien. Es así, como los bienes y servicios escasos suelen tener más valor, porque quienes los posean querrán sacar el mayor provecho de la situación, no solo para enriquecerse, sino también pensando en la reposición de los mismos. En este sentido, se define el precio de un bien o servicio como la representación monetaria de su valor y, algunas veces este precio final puede estar por debajo de la estructura de costos.

Otro aspecto que influye en el valor de un bien o servicio es la expectativa del precio a futuro, razón por la cual cuando hay INCERTIDUMBRE y no hay CONFIANZA, se genera un clima de desestabilización en la economía. Es por ello que los Gobernantes, que representan al Estado, deben tomar decisiones acertadas para que no se generen distorsiones en los mercados ni cunda el pánico colectivo ya que esto conlleva a acentuar el proceso inflacionario.

Los controles y la fijación arbitraria de precios siempre generan escasez. Ejemplo palpable lo vemos con el negocio del efectivo, el nuevo cono monetario se inauguró con escasa circulación de papel moneda, por lo que, la gran estructura de negocio de hacer dinero fácil ya se encargó de acaparar el efectivo para darle mayor valor a su posesión.

Es interesante explicar el por qué comprar divisas es tan atractivo, simplemente, porque ante la expectativa futura de aumento del tipo de cambio las personas buscan proteger su capital, es decir, compran divisas convencidos que después venderán a un mayor precio y ese diferencial les permitirá compensar su poder adquisitivo. 

La medida tomada por el Gobierno de sincerar el tipo de cambio oficial, al precio de referencia en el mercado negro a razón de BsS. 60 por dólar, no era del todo descabellada ya que, en ese instante, toda la economía, menos los sueldos, estaba vinculada a ese referencial cambiario. En mi opinión, falló la implementación de dicha medida, pues se debió, simultáneamente al anuncio, habilitar a todos los operadores cambiarios oficiales posibles, incluyendo a la banca pública y privada, para que todas aquellas personas naturales y empresas privadas que quisieran vender divisas estuviesen dispuestas a venderlas legalmente a través del mercado oficial, a través de un mecanismo de banda, estableciendo un diferencial entre el precio de compra y el de venta y permitiendo a los operadores imputar el costo de la transacción. De esta forma, la oferta de divisas, en el nuevo mercado oficial, habría estado garantizada, tanto por parte del sector público como del privado.

Haber anunciado la medida un viernes, sin establecer el mecanismo para que este nuevo mercado oficial fluyera inmediatamente, fue un gran ERROR. La paranoia colectiva se apoderó del mercado, razón por la cual, ante la incertidumbre y desconfianza; sólo durante el fin de semana el tipo de cambio llegó a transarse en más de BsF. 10.000.000 (BsS. 100) por dólar. 

Ya es muy tarde para rectificar esta medida, pues los que compraron dólares por encima de BsS. 60 no van a estar dispuestos a asumir el sacrificio de entrar al mercado oficial vendiendo por debajo del precio al que compraron teniendo la opción de venderlo por un precio mayor en el mercado paralelo, y ante las limitaciones de oferta de divisas por parte del mecanismo oficial, el mercado paralelo continuará atendiendo parte de la demanda que no será atendida por el mercado oficial. Lo peor de ésto, y lo más probable, es que quienes sean afortunados en acceder al mecanismo oficial del DICOM, para la adquisición de dólares a BsS. 60, se verán tentados a especular en el mercado paralelo, puesto que el rendimiento del diferencial cambiario, entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio paralelo, es más atractivo que las opciones de negocio que requieren más trabajo y asumir más riesgos. Opino que, lamentablemente, se perdió una gran oportunidad de sincerar y estabilizar la economía.

Es vital que el Gobierno comprenda que la solución al problema de la inflación requiere además, con urgencia, estricta DISCIPLINA FISCAL, es decir, no gastar más de los ingresos percibidos para no caer en la tentación de inyectar dinero inorgánico a la economía. Además, del esfuerzo que deben hacer los gobernantes, es necesaria la contribución de todos (empresas, trabajadores y consumidores) para iniciar un cambio de conciencia y cultura fiscal, entendiendo que con el pago de los impuestos estaremos contribuyendo a aumentar los ingresos del Estado, que si son bien administrados, estaríamos ayudando a reducir el déficit fiscal, de suerte que con ello se logre frenar este perverso proceso inflacionario.

Como siempre, elevo mis oraciones a Dios para que entre en las mentes y toque los corazones de quienes asesoran al Presidente para que se tomen decisiones acertadas que ayuden a salvar al pueblo de la terrible consecuencia de un proceso mega hiper inflacionario.


AMM. 

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